Ventanas con insomnio y zapatos de goma
Son las 10 00 AM y me parece muy temprano porque ayer subí
nuevamente de madrugada a la terraza del edificio a ver las pocas lucesitas
prendidas de los departamentos con insomnio. Preparé té de durazno y naranja,
lo puse en el termo y tomé una frazada de lana.
Ascensor, piso 13, 4 puertas. Siempre es lo mismo, apenas me
siento justo en el centro pegada contra la baranda, siento pánico de estar
sola; el viento, el silencio entrecortado por el ruido de la sala de
ascensores, los latidos y la adrenalina. Ahí es cuando me concentro en ver la
cantidad de puntitos rojos que asoman por arriba de los edificios y en no mirar
tan arriba en el cielo por si aparece un ovni y me succiona. El temor se
apacigua y creo escuchar las conversaciones de los departamentos prendidos,
Raquel trabaja a la madrugada, Carlos y María tienen una noche fogosa, Martín compone
temas nuevos, Ricardo se siente solo.
Imagino que en ese mar de edificios, Juan también está en su
terraza tomando té y pensando en mí.
Miro el cielo esperando que pase una estrella fugaz como en las
películas pero no sucede, otra vez el ruido del ascensor me trae a la realidad.
Soy patética.
Miro la hora, en un rato amanece, es hora de bajar. Colocó
el despertador, me tapo hasta los ojos y pienso en Juan. Cinco horas más tarde
suena la chicharra, son las 10 00 y es muy temprano porque no tengo nada lo que
hacer. Coloco aplazar una vez más hasta las 12 del mediodía.
Me hago el almuerzo porque es tarde para desayunar y me
quejo de estar flaca. En la radio suena lo mismo, el gato tiene hambre, papá
llama ‘Soy el señor despertador’.
Entre las 15 y 19 generalmente hay una gran siesta, estoy más
tiempo dormida que despierta. Cierro los ojos y comienza la telenovela, sueños
lucidos, historias excéntricas, control y descontrol, no hay dimensión, no hay
espacio.
Despierto y tengo más sueño aún y dicen “si dormís mucho
tenés más sueño”, fuck it.
Hoy estoy desorientada, siento amor y odio. El doble me
representa porque a la otra, a la lejana le pegan.
Permanentemente indignada, furiosa y aterrorizada al mismo
tiempo.
El prejuicio me agota, me deja sin aire, como todo es
relativo no creo en nada pero me afecta todo.
Juan seguro piensa lo mismo pero prefiero no encontrarlo, me
gusta nuestro amor a distancia. Si estaría cerca la cagaría, la cagaría porque
de antemano ya pienso que la voy a cagar. Hola autoboicot, es un monstro grande
y pisa fuerte.
Quiero crear historia y no ser yo. Difícil casi imposible.
Allí donde no hay nada, imploro
que exista algo.
Somos Martin, Ricardo y María.
La ansiedad personificada, incapaz de disfrutar el presente.
Que bien se está algunas veces, verdad? Simple, muy simple.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY este también, Muy bueno!!! Seguí así Mica!
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