Carta de un depresivo

Cuantas preguntas circulan en la cabeza. Exigencia excesiva y expectativas incontrolables. Llego el momento de ser adulto y la imaginación o la esperanza de que el mundo era distinto y no.

Los días son iguales y sigue llegando el invierno en el cual soledad se hace densa. Creo que soy el único que tiene esta sensación y sé que no es así. Llega el momento en que me degrado.

Está todo bien, muy tranquilo y no disfruto de esa paz. Tal vez porque sé que la paz es inestable. Tengo un deseo enorme de gritar fuerte, que me oigan de ser especial y que me comprendan. Tengo tantas cosas por decir, pero siento que a nadie le interesaría porque yo me degrado.

Soy gracioso y temo que conozcan este otro lado, no quiero que se me alejen, aunque lo más probable es que me esté alejando solo. Tengo la imagen de estar en una esquina y no poder agarrarme, me voy, siento que vuelo pero no lo elijo. Divago con la mente, por momentos soy muy importante y por otros solo patético, a quien le va a interesar lo que me sucede? Hay temas realmente importantes! O tal vez no.

Y el amor? El amor que tengo para dar a quien se lo doy? Me persigue cual monstro gigante el hecho de que cualquier cosa que haga está mal, que puedo hacerlo de otra manera y al mismo tiempo aconsejaría o le diría a cualquiera que todo lo que hace está bien, que confié. Y me pregunto, en que cosa concreta estas fallando? Y digo no sé, en todo, en existir. De nuevo la expectativa es mucho más alta de lo que puedo alcanzar.

Es un ideal que se me creo en el imaginario que hay una felicidad a la cual no tengo permitido el acceso. Y no es que no tenga momento de diversión, los hay y se me esfuman porque estando ahí lo más probable es que me quiera escapar.

Hubo un tiempo en que comentaba lo que me sucedía, pero me creía egoísta por contarlo, ser el centro de lo negativo. Me gusta la gente alegre, así que por lo general me junto con ella y todas estas frases le suenan de ultratumba y a mí se me agrandan y no entran en mi psiquis.

Exagerado, intenso de mierda! Me vuelvo a insultar y no gano nada, no salgo de acá. Hace arte! Trato de hacerlo pero también me encierro en mí. Cuando llega el momento de la devolución? Cuando valoran tu arte? Si, en los pequeños gestos, en un me gusta de un amigo, en una risa y demás. Nada me alcanza, claro, me persigue la expectativa. Como la cagaría a trompadas, pero no tengo fuerza, mi mente está cansada de vagar por mi interior.

Un dos tres, Stop thinking. Volvió el insomnio y tardes de siestas infinitas, pienso y es bueno, pero pienso mal.

Mal mal mal, palabras que quiero quitar de mi diccionario. Como pesa la cultura, como pesa la familia. Quiero ser más superficial. No, tal vez no. Más banal? No sé, no sé nada y Socrates es el único que tiene razón.

Que infinito, que desesperación, que inalcanzable. Voy a tirar un cable a tierra.

Quiero ser un gato, caga, come, duerme, sexo y que bien se lo ve.

De nuevo el insomnio y las 4 de la mañana… “Tengo que repetir versos, o el sistema de buscar palabras con a y e, con las cinco vocales, con cuatro. Con dos y una consonante (ala, ola), con tres consonantes y una vocal (tras, gris) y otra vez versos, la luna bajó a la fragua con su polisón de nardos, el niño la mira mira, el niño la está mirando”.


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